La columna de Federico Arreola.
Jaime Cárdenas, ex consejero del Instituto Federal Electoral, me dio innumerables razones que explican las fallas en las que ha incurrido la Suprema de Corte de Justicia de la Nación en el procedimiento para designar a los nuevos magistrados electorales. He aquí algunas:
El escaso plazo para la inscripción de los candidatos impidió que muchas personas valiosas participaran. No ha habido una exposición de los motivos de por qué fueron seleccionados unos candidatos y otros no. No ha habido plena transparencia. La Corte ha informado que hubo candidatos que recibieron apoyos y objeciones pero no ha hecho pública esa información. Como no se le ha dado el derecho de réplica a la persona que ha recibido objeciones, se ha dejado a ese ciudadano en completo estado de indefensión. El método utilizado por la Corte fue diseñado para ocultar los motivos de cada ministro.
De los 32 candidatos que permanecen con vida, 22 provienen del poder judicial. A estos 22 no se les escogió por sorteo o por méritos, sino por ser favoritos de los ministros. Escogieron, por ejemplo, al secretario general de Acuerdos de la Corte, al subsecretario de Acuerdos, a consejeros de la judicatura y hasta al hijo del tesorero de la Suprema Corte. Eso sí, a muchos magistrados federales con prestigio se les dejó fuera. Entre los candidatos que no pertenecen al Poder Judicial, los restantes 10, está el director de la escuela de derecho de los legionarios de Cristo, el director de la escuela de derecho de los lasallistas, un subprocurador, el hermano del ex presidente del PRI y a varios cuadros cercanos al Opus Dei. Desde luego, no hay ningún abogado de izquierda.
El escaso plazo para la inscripción de los candidatos impidió que muchas personas valiosas participaran. No ha habido una exposición de los motivos de por qué fueron seleccionados unos candidatos y otros no. No ha habido plena transparencia. La Corte ha informado que hubo candidatos que recibieron apoyos y objeciones pero no ha hecho pública esa información. Como no se le ha dado el derecho de réplica a la persona que ha recibido objeciones, se ha dejado a ese ciudadano en completo estado de indefensión. El método utilizado por la Corte fue diseñado para ocultar los motivos de cada ministro.
De los 32 candidatos que permanecen con vida, 22 provienen del poder judicial. A estos 22 no se les escogió por sorteo o por méritos, sino por ser favoritos de los ministros. Escogieron, por ejemplo, al secretario general de Acuerdos de la Corte, al subsecretario de Acuerdos, a consejeros de la judicatura y hasta al hijo del tesorero de la Suprema Corte. Eso sí, a muchos magistrados federales con prestigio se les dejó fuera. Entre los candidatos que no pertenecen al Poder Judicial, los restantes 10, está el director de la escuela de derecho de los legionarios de Cristo, el director de la escuela de derecho de los lasallistas, un subprocurador, el hermano del ex presidente del PRI y a varios cuadros cercanos al Opus Dei. Desde luego, no hay ningún abogado de izquierda.
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