Wednesday, November 01, 2006

La columna de Miguel Angel Granados Chapa.

Miguel Ángel Granados Chapa
Ulises y el PRI
En el segundo momento de la ambigua posición de los senadores priistas ante el gobernador de Oaxaca (primero lo apuntalan jurídicamente y luego políticamente le piden que se vaya) parece que es determinante el tiempo político dentro de su partido
En aguda contradicción consigo mismo, o como acto de contrición por el error cometido, el Senado que avaló el ejercicio gubernamental de Ulises Ruiz (eso hizo al no analizar cómo en efecto se han actualizado las causales de desaparición de poderes) formuló el lunes una exhortación al Ejecutivo oaxaqueño a que "reconsidere separarse del cargo para contribuir al restablecimiento de la gobernabilidad, el orden jurídico y la paz en dicha entidad federativa". En vez de atender el pedido, al igual que el lunes mismo ante un pedido semejante de la Cámara de Diputados, Ruiz inició también contra la de senadores una controversia constitucional por excederse en sus funciones. No habremos de esperar mucho, cuando más al fin del puente vacacional que hoy comienza, para saber que la Suprema Corte de Justicia de la Nación desecha las demandas por notoriamente improcedentes. Y es que ninguna Cámara pretende que su exhorto tenga efecto jurídico directo, porque no ejercen atribuciones que les sean propias sino que actúan en cuanto instancias de opinión política. Los puntos de acuerdo, que es la forma adoptada por las Cámaras para dirigirse al gobernador oaxaqueño, no son productos legislativos sino políticos, no combatibles por lo tanto por las vías del control constitucional.

El senador perredista oaxaqueño Salomón Jara presentó el lunes la misma propuesta que temprano por la mañana había sido aprobada en San Lázaro por mayoría (o quizá por unanimidad de los miembros presentes, pues tratándose de una votación económica, a mano alzada, buen número de priistas eligió retirarse para no tomar posición). Se esperaba que la bancada priista reaccionara como la de San Lázaro horas antes, en que nadie salió en defensa de Ruiz (no obstante que hay diputados que son sus dependientes). Sorprendió por eso que el hidalguense Jesús Murillo Karam anunciara la disposición de su grupo a sumarse al exhorto, si se le adobaba en términos que él mismo propuso. Se trataba de envolver el llamado al gobernador en otros similares dirigidos a la APPO, a la sección magisterial, al gobierno federal y aun a los apoyadores capitalinos a la resistencia oaxaqueña, para que asumieran deberes y contribuyeran a la pacificación de la entidad. Y, "dado ese entorno", se demandó de Ruiz la reconsideración de irse de su puesto.

En su intervención Murillo Karam aludió una vez más a un episodio hidalguense citado por él mismo y por el quintanarroense Pedro Joaquín Coldwell al abordar el 20 de agosto la situación oaxaqueña y concluir que los poderes existen, por lo que ha lugar a declarar lo contrario y que es llegado el caso de nombrar un sustituto. Tanto Joaquín como Murillo sostuvieron la tesis de que es peor el remedio que la enfermedad. El hidalguense dijo entonces que en 1975 su entidad "vivía una situación similar a la de Oaxaca y a alguien se le ocurrió que aplicando la desaparición de poderes la iba a resolver. Hidalgo vivió después de eso 15 años de sangre, de conflicto, de brutalidad". El lunes no concretó su referencia pero fue claro que se refería a ella cuando recomendó no ensayar o experimentar, porque el resultado de ese aprendizaje es "muerte" y "violencia".

La situación hidalguense de entonces no se parecía en nada a la de Oaxaca de hoy. Hace 31 años libraban una batalla política el presidente Echeverría y su compadre el gobernador Manuel Sánchez Vite, quien osó y parecía haber conseguido imponer un sucesor al margen de la voluntad presidencial. Pero a los 28 días de la asunción al poder de su valido el doctor Otoniel Miranda, una rebelión campesina artificiosamente organizada desde Los Pinos, como parte de una andanada contra Sánchez Vite y su causahabiente, dio pie a que se declarara que había llegado la hora de sustituir a Miranda porque los poderes habían desaparecido. Fue nombrado en su lugar Raúl Lozano Ramírez, antiguo secretario particular de Javier Rojo Gómez, quien organizó la elección del hijo de éste, Jorge Rojo Lugo, quien haría más tarde secretario de Gobierno a Murillo Karam. De modo que de aquel ahora deplorado acontecimiento surgió la carrera de quien lo lamenta y que habría sido protagonista de esos años de "sangre, conflicto y brutalidad".

Pero ahora es Oaxaca y no Hidalgo el tema, por lo que debemos volver a él. Retóricamente al menos, los senadores priistas abandonaron a Ruiz en forma más evidente que los diputados de esa filiación. La causa de esa conducta obedece a varios factores. Uno es la evidencia de que se eleva día a día el costo de continuar adheridos a un gobernante incapaz de gobernar, aferrado a su cargo sólo por sus intereses personales y de grupo. Otro es la posición de Ruiz: es un perdedor. El fracaso de la candidatura presidencial de Madrazo fue el suyo propio, y los madracistas son ahora más indeseados que nunca en el PRI. Y un tercero es que se aproxima la sucesión en los mandos de ese partido. El lunes mismo se emitió la convocatoria para la IV asamblea extraordinaria que es, virtualmente, el banderazo de salida para el proceso de elección de presidente y secretaria general (o presidenta y secretario general) de ese partido.

Manlio Fabio Beltrones, el poderoso jefe senatorial tiene una palabra que decir en esos procesos. En su Cámara participa en los dos órganos de gobierno, pues como líder de su grupo forma parte de la Junta de Coordinación Política y, como lo fue en San Lázaro, es presidente de la mesa directiva durante este año). Ante sus expectativas, es hora de tirar lastre.



Cajón de Sastre


Puede ser que se trate de una posición aislada, hasta de una broma para asustar a los panistas. Pero durante el debate de ayer en San Lázaro sobre Oaxaca, cuando miembros de la bancada blanquiazul insistían en que Ulises Ruiz debía retirarse, en alguna porción de la zona priista se escuchaban gritos que amenazaban romper la solidaridad del PRI con el PAN: "Felipe va a caer", "Nos vemos el primero de diciembre". Se hizo notorio entre quienes así gritaban, por su sombrero de palma, el chiapaneco Víctor Ortiz del Carpio, que ganó por mayoría su curul en Bochil, segundo distrito de su entidad. Alguna vez fue quizá "comisionado" al Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, que lo hizo diputado local, pero tiene una militancia priista y cenecista de muchos años. Quizá su posición refleja la contrariedad de algunos o muchos priistas que ven que el PAN, aunque sea sólo para taparle el ojo al macho, se manifiesta tan crítico como el PRD o Convergencia contra Ruiz, siendo que la gobernabilidad depende de su buena relación con el tricolor.

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