El astillero de hoy.
Astillero
Blancuras
Rojo saldo (provisional)
El duro abogado Calderón
Calaveritas de tres colores
El presunto saldo blanco oaxaqueño del que presumen el gerente general de Foxilandia y el monseñor de Bucareli consiste en tres muertes, decenas de detenidos y desaparecidos, cateos sin orden judicial, amenazas de aprehensión a líderes populares, apertura diazordacista de juicios por delitos políticos, reacomodo sin explicación de presos políticos y una exacerbación de ánimos sociales que en cualquier momento puede desencadenar nuevas tragedias.
El optimista corte de caja que pretende hacer el concesionario de la distribución de Coca Cola en Los Pinos no tuvo ni siquiera una duración de 24 horas. Mientras el soñador vicentino desgajaba en una convención bursátil su muy conocido menú de ilusiones disfrazadas de "logros de gobierno" y alteraba su guión discursivo en ese democrático y popular foro para informar que en Oaxaca se había "recuperado la paz social", en la espiritual ciudad sureña el movimiento social formalmente conducido por la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca retomaba la iniciativa política frente a un gobierno federal ridículamente estacionado en la mera opción del tolete y la tanqueta y, además, ese mismo movimiento social mostraba con retadora energía e imaginación que la Policía Federal Preventiva ha quedado sitiada y entrampada creyendo haber tomado la plaza rebelde.
La vigorosa y desbordada respuesta de muchos oaxaqueños ante la irrupción de las fuerzas federales no mereció del abogado Felipe Calderón un inteligente silencio sino, al contrario, promotor como ha sido de la mano dura en este caso, el fiscal electo expresó público respaldo al operativo de la PFP, que él habría querido más enérgico, pero que Vicente Fox atemperó no por virtudes cívicas sino por egolatría deseosa de que los platos rotos de Oaxaca los pague el sucesor. Dos semanas atrás, el mencionado fiscal electo presionó -en talla small, desde luego- al presidente en funciones para que arreglara "ya" el conflicto oaxaqueño, entendido como arreglo el envío de las fuerzas represivas para que un golpe bélicamente mágico restaurara el mítico "estado de derecho". Fox tomó finalmente una decisión represiva a medias -PFP, pero no al estilo Atenco- presionado por el embajador de Estados Unidos en México, que usó el asesinato de un documentalista estadunidense para consolidar su papel decisivo en el sexenio agonizante y en el calderón social por venir.
La evasión mental de Fox, y la obsesión legalista de Calderón, han producido el fenómeno paranormal de que un cadáver político llamado Ulises Ruiz haya adquirido un increíble valor de reventa, a partir de que ese fiambre se niega a ser sepultado sin su ultraterrena autorización. Los ganadores de ese mercadeo fúnebre serán los nuevos jefes políticos del priísmo -Mariano Palacios es simplemente un ocupante provisional de la primera línea del directorio oficial del CEN tricolor-, es decir, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa, jefes de las bancadas de tres colores que ayer permitieron -seguramente bajo contrato; nadie creerá que por súbita iluminación celestial- que las cámaras de senadores y de diputados emitieran sendas resoluciones adversas para el gobernador del estado de Ultratumba, el Ulises políticamente pionero del Día de Muertos. En el senado, Beltrones, miembro que fue del madracismo del que el mapache Ulises era cuadro electoral distinguido, permitió que hubiera un exhorto de todos los partidos al oaxaqueño para que reconsidere la posibilidad de dejar el cargo. El diputado precioso, Kamilio Gamboa, miembro del grupo contrario a Madrazo, es decir, perteneciente a la corriente a la que pertenecen Francisco Labastida y Enrique Jackson, no permitió que los priístas se sumaran al peculiar exhorto a Ulises, pero tampoco movió un dedo, ni lo hizo mover, en defensa del gobernador que pide para su calaverita (F.C., por su parte, pidió al niño travieso Ulisitos que actúe con responsabilidad, y el embajador Henri Lane Wilson, perdón, Toni Garza júnior, espera, tolete económico y turístico en mano, que México cumpla con la investigación "enérgica" de la muerte del periodista Brad Will que según eso Washington reclama).
Los oaxaqueños resisten y empujan, mientras Ulises sueña con regresar (para la foto del recuerdo) a palacio de gobierno ahora que los federales liberadores del zócalo acabaron cerrándolo al tránsito de personas como nunca lo hizo la APPO (anoche Ruiz planeaba también el regreso a la Casa de Gobierno, tal vez bajo la premisa de "recoges tus cosas y te vas"). Los oaxaqueños se han plantado frente a las líneas de la PFP, mientras el culpable de la catástrofe nacional se da tiempo para escuchar Las Golondrinas durante una gira por Tlaxcala. Los oaxaqueños hostigan a los invasores mientras el subcomandante Marcos trata de montarse en la ola oaxaqueña dando extemporáneos apoyos y convocando a paros nacionales que no puede organizar. Los oaxaqueños luchan mientras López Obrador sigue embebido en lo poselectoral, sin darse cuenta nadie -ni foxistas, ni calderonistas, ni los partidos, ni las elites, ni el sub, ni AMLO- de que en este entrañable estado está en juego la viabilidad o el aplastamiento de un modelo de organización social -no electorera- que sin caudillos ni organigramas se ha hecho escuchar en sus demandas mucho más que las lamentaciones y las protestas efímeras o sólo verbales o que el adulterable correr de las boletas electorales en las urnas que forman parte del juego de las simulaciones convenidas.
Astillas:
El vocero presidencial inauguró ayer una exposición del cinismo de temporada. Crítico de lo que hizo el gobierno al que él tan comprometidamente sirvió, Rubén Aguilar habló mal -en un acto organizado por la Universidad IberoCrónica- de las administraciones públicas que gastan millonadas en los medios de comunicación para que se hable bien de ellos. Implacable, también reprochó que un gran porcentaje del dinero de los partidos se vaya en campañas a esos medios. Un día de éstos el guerrillero Rubén va a acabar criticando al actual vocero presidencial, al jefe de éste -un señor alto, de bigotito, que se organiza despedidas oficiales- y al papel de los medios electrónicos, sobre todo los televisivos, en el pasado fraude electoral... ¡Hasta mañana, desde Oaxaca!
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