La columna de Roberto Zamarripa.
Roberto Zamarripa El estorbo | |
El gobernador itinerante Ulises Ruiz ha pedido el "uso disuasivo" de la fuerza pública "para quitar barricadas" en Oaxaca sin lastimar a nadie. Por favor. No hay fuerza pública amable y fuerza pública violenta. ¿Cuál fuerza pública intervino en Lázaro Cárdenas o cuál en Atenco? ¿La amable o la maldita? ¿Cuál es la que se equivoca: la que mata a mineros o la que tortura a mexiquenses? En caso de que la Policía Federal Preventiva -integrada fundamentalmente por efectivos militares- o tropas del Ejército intervinieran en Oaxaca, no lo harían como parte de un operativo preventivo sino como una última medida que trataría de enmendar los terribles desatinos del gobierno local. Para colocar bases de solución al problema de Oaxaca no se necesita de un tiro, ni de un garrotazo, menos de sobrevuelos de helicópteros o gastos inútiles en materia de seguridad. Es muy económico, simple y razonable empezar por una medida: que el gobernador itinerante Ulises Ruiz abandone el cargo, bajo la modalidad que quiera. Si entra la fuerza pública a Oaxaca puede anticiparse que habrá resistencia en las calles. Si se va Ulises Ruiz puede anticiparse que lo que habrá en las calles será una fiesta. Si Ulises se va, vendría la colaboración libre y abierta de distintas fuerzas, grupos y personalidades para impulsar reformas legislativas, reconstruir Oaxaca, reparar las pérdidas educativas, fomentar la inversión, rehacer el tejido político. Pensar que una mesa de Gobernación, en la Ciudad de México, arreglará Oaxaca en 15 minutos es similar a las promesas foxistas para Chiapas. Pero la mesa de gobernabilidad convocada para este miércoles potenciaría sus acuerdos con la salida de Ulises. En la óptica panista, si Ulises deja el cargo quedará en riesgo la alianza legislativa con el PRI. Vaya trueque. Sostener a Ulises en el cargo con la fuerza pública por delante aunque él no signifique nada en la Cámara de Diputados: sólo dos priistas oaxaqueños ganaron sus distritos el pasado 2 de julio. De los 11 distritos, nueve los ganó la coalición Por el Bien de Todos (CBT). Tampoco el candidato de Ulises ganó el Senado y desde luego que las elecciones presidenciales fueron un desastre para él. Su candidato, Roberto Madrazo, perdió en Oaxaca con Andrés Manuel López Obrador por más de 200 mil votos. Lo peor fue en la capital, donde la CBT obtuvo el 51 por ciento de los votos y Madrazo apenas el 18 por ciento de los votos en el ¡tercer lugar! Felipe Calderón puede presumirle a Ruiz que en la capital oaxaqueña obtuvo el segundo lugar de votación con el 24 por ciento de sufragios. Si en algún lugar no se quiere a Ulises Ruiz y al priismo es en la capital de Oaxaca, justamente donde la APPO ha sentado sus reales con el plantón y las barricadas. La población capitalina no ha rechazado esa protesta sino incluso le ha prestado solidaridad. Empresarios oaxaqueños han dicho tanto al Presidente electo, Felipe Calderón, como a senadores de la República que en la entidad le temen más a Ulises Ruiz que a la APPO. Según sus dichos, aquellos miembros de la IP que en Oaxaca disienten de Ulises reciben auditorías arbitrarias y presiones políticas hasta obligarlos a salir de la entidad. Para los líderes empresariales es una anomalía grave que Ulises Ruiz no viva en Oaxaca, no despache en la entidad y, en su juicio es por lo menos cobarde que pida la intervención de la fuerza pública antes que encarar en la entidad el conflicto con los oaxaqueños. Como lo documenta el reportero Diego Osorno (Milenio, 01/10/06), el gobernador itinerante tiene 15 vuelos semanales al Distrito Federal. Viaja a bordo de un Cessna 840 a Toluca y de ahí se desplaza a la Ciudad de México donde tiene sus despachos alternos en cafés y hoteles de Polanco y sus fiestas en el Pedregal. (De las que puede dar cuenta su jefe de Seguridad, Roberto Negrete, quien -como documentó el reportero Emiliano Ruiz, [Reforma, 29/09/06]- en estado de ebriedad cuida de los bienes del gobernador itinerante e intenta al menor pretexto sobornar a quien se le cruza en el camino). La salida de Ulises beneficiaría incluso al PRI que podría deshacerse de un lastre político sin perder la gubernatura. Pero sobre todo beneficiaría a los oaxaqueños. * * * Jaime Perches Manzano fue un hombre congruente y feliz. Sorteó por décadas las persecuciones gubernamentales contra activistas sindicales en los años sesenta y la represión a los partidos políticos de la izquierda antes de su legalización. Era un eficiente y discreto funcionario público del gobierno del Distrito Federal. No deja de ser un trágico contrasentido que quien se ocupara de tareas de seguridad de la izquierda partidista clandestina hace décadas, haya muerto la semana pasada en un maldito asalto callejero. El jefe de Gobierno, Alejandro Encinas, calificó su trayectoria como intachable. Se quedó corto. |
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